26.1 C
Campoamor
lunes 13 octubre 2025

Mikkel Kristensen: “Campoamor es mi punto de partida. Aquí decidí que quería ser piloto”

InicioEntrevistasMikkel Kristensen: “Campoamor es mi punto de partida. Aquí decidí que quería...

Fecha:

Noticias relacionadas

spot_imgspot_img

Hay lugares que no solo nos dan refugio, sino rumbo. Para Mikkel Kristensen, Campoamor no es solo el escenario de sus veranos desde pequeño, es el lugar donde nació un sueño. Allí, en una tarde cualquiera de televisión y familia, encontró su vocación: quería ser piloto de carreras.

Hoy, con solo 16 años, Mikkel entrena en Madrid, estudia un exigente Bachillerato Internacional y compite en el automovilismo de resistencia a nivel internacional. Pero cuando necesita volver a la raíz de todo, lo hace a Campoamor. Allí están sus veranos, sus amigos, su bicicleta, y ese instante fundacional en el que supo que quería dedicar su vida al motor.

Mikkel, ¿cómo fue ese momento en el que decidiste que querías dedicarte al automovilismo?

Mikkel: Estábamos en casa, en Campoamor, viendo la Fórmula 1. Carlos Sainz acababa de quedar segundo en Monza. Recuerdo que me impresionó tanto que me giré y le dije a mi madre: “Mamá, quiero ser como él”. Fue una certeza muy fuerte, algo que no había sentido nunca. No venimos de una familia del motor, no sabía ni por dónde empezar, pero me puse a buscar pistas de karting por Murcia, por la zona… Poco después me subí a un kart por primera vez y sentí que todo encajaba. Supe que ese era mi camino.

¿Y qué papel tiene Campoamor en todo esto?

Es mi punto de partida. Aquí empezó todo. Pero también es mi refugio. En Campoamor soy yo sin presiones: el Mikkel que va en bici con sus amigos de toda la vida, que pasea, que se toma un helado en el paseo marítimo. Da igual cuántas horas haya estado entrenando o cuántos países haya visitado compitiendo: cuando vuelvo aquí, vuelvo a mí. Este lugar me recuerda siempre por qué empecé y por qué quiero seguir.

Tu vida no se parece a la de otros chicos de 16 años. ¿Cómo es tu día a día?

Bastante intenso. Me levanto temprano, voy a clase —el Bachillerato Internacional es muy exigente— y después entreno en el Motor & Sport Institute. Es un centro donde entrenan pilotos de MotoGP, Fórmula 2… Hacemos físico, trabajo mental, sesiones en simulador, y también entrenamos la resistencia al calor con bici dentro de una sauna. Por las tardes tengo clases particulares para no quedarme atrás con el colegio, porque viajo mucho por las carreras. Hay poco tiempo libre, pero estoy haciendo lo que me gusta, así que lo llevo bien.

¿No echas de menos cosas más propias de tu edad?

A veces sí. Sobre todo, ver a mis amigos más. Pero lo compensa el hecho de estar luchando por mi sueño. Y cuando vuelvo a Campoamor, recupero parte de eso. Me gusta estar tranquilo, no soy muy de fiestas. En verano, si puedo, salgo en bici sin pensar en ritmos ni cronómetros, solo por el placer de pedalear. Eso me da mucha paz.

¿Cuál ha sido la experiencia más dura que has vivido en pista?

La carrera en Malasia. Era mi primera vez compitiendo a nivel internacional y las condiciones fueron extremas. Dentro del coche hacía un calor insoportable, el sistema de agua falló y tampoco podía comunicarme con el ingeniero. Me deshidraté, empecé a ver borroso, no podía más. Acabé llorando dentro del casco. Entré en boxes sin avisar y me llevaron directamente al centro médico. Estuve horas recuperándome. Fue durísimo, pero también me hizo más fuerte. Entendí hasta dónde puedo llegar y cómo se supera un límite.

¿Cómo entrenas la mente para soportar esa presión?

Medito antes de cada carrera. Necesito ese momento para centrarme. También tengo estrategias para mantener la calma dentro del coche. Me hablo a mí mismo, me repito cosas como “tranquilo, enfócate”. En este deporte, tener la cabeza bien amueblada es tan importante como tener reflejos. Una decisión mal tomada puede costarte una carrera… o algo peor.

Inma, como madre, ¿cómo se vive algo así desde fuera?

Inma:   Es difícil explicarlo. Es una mezcla de miedo y orgullo. Desde que dijo que quería ser piloto, ha demostrado una constancia y una disciplina que nos sorprendió a todos. En casa le dijimos: “Esto, solo si sigues sacando buenas notas”. Y no solo lo ha cumplido, lo ha superado. Pero claro, detrás hay un gran esfuerzo familiar. Me mudé con él a Madrid para poder estar cerca, ayudarle a organizarse. Y mi marido está viajando constantemente desde Murcia para apoyarnos. Es como una operación logística permanente. Pero lo hacemos con gusto, porque creemos en él.

¿Y qué sentiste tú en aquella carrera de Malasia?

Inma:   Fue horrible. Lo vi bajarse del coche temblando, hablando de cosas que no tenían sentido, decía que olía a humo… y no había humo. Estaba deshidratado, confundido. Me asusté mucho. Pero lo más increíble fue que, dos horas después, ya me preguntaba cuándo volvería a subirse al coche. Ahí supe que esto no era un capricho. Es lo que lo mueve por dentro. Es su vocación.

¿Cómo lo viven el resto de la familia?

Mikkel: Mis hermanos están muy orgullosos. Me apoyan muchísimo, incluso cuando no entienden del todo el mundo en el que me estoy metiendo. A veces me escriben antes de una carrera, me dan ánimos, están pendientes de los resultados. Mi padre está muy implicado: aunque sigue trabajando en Murcia, viaja a Madrid todo lo que puede para acompañarnos en los entrenamientos, o para venir a las carreras. Nunca me ha faltado apoyo, y eso hace que todo sea más fácil, aunque este camino no lo sea.

¿Te sientes más cercano a España o a Dinamarca?

Tengo raíces en los dos sitios. Pero Campoamor es el lugar que me ha marcado. Aquí decidí lo que quería ser. Aquí están los veranos que recuerdo con más cariño, las amistades de siempre. Aunque viva en Madrid o compita en el extranjero, cuando pienso en casa, pienso en Campoamor.

¿Qué sueñas a largo plazo?

Quiero competir al máximo nivel en resistencia, en la categoría Hypercar. Ganar las 24 Horas de Le Mans sería un sueño cumplido. Pero también me gustaría llegar allí representando algo más que a mí mismo. Representar a mi familia, a mis raíces, y a Campoamor. Que cuando alguien vea mi nombre en una parrilla, se pregunte de dónde viene ese chico. Y que se sepa que viene de un lugar junto al mar, donde un día vio una carrera por la tele y decidió que quería dedicarse a esto.

 

¿Y si un niño de Campoamor te lee ahora y sueña con seguir tus pasos?

Le diría que lo intente. Que se esfuerce. Que no todo es fácil ni bonito, pero que, si algo te apasiona de verdad, lo demás vale la pena. Que sueñe en grande, pero que no olvide de dónde viene. Porque eso es lo que te mantiene firme cuando todo va muy rápido.

Nos vemos en Campoamor

entrevista realizada por Marlén Fernández

Últimas noticias