Con apenas 19 años, Adriana Castro ya es una promesa brillante de la vela nacional. Nacida en Madrid, criada en Alicante y enamorada del mar desde pequeña, esta joven regatista del Club Náutico de Torrevieja ha aprendido a moverse entre dos mundos: el de la competición, donde ya suma títulos nacionales e internacionales, y el de una adolescencia disciplinada, sacrificada y llena de pasión. En cada respuesta, Adriana transmite una madurez que impresiona. Pero también deja ver su humildad, su gratitud y el ancla que para ella significa su familia. En esta conversación con Campoamor.com, nos habla de sus inicios, de la exigencia del alto nivel, de los sueños que la empujan… y del viento que siempre la lleva hacia adelante.
Nos recibe en su casa, con su equipo para navegar preparado en el coche, y sus dos perritos que la acompañan y juegan a sus pasos hasta que nos acomodamos en un día brillante, como es ella.
Adriana, empezaste a navegar muy pequeña. ¿Cómo fueron tus primeros pasos en la vela?
Empecé con seis años. Mis padres me apuntaron a una escuela de verano en el Club Náutico de Torrevieja. Me acuerdo de que al principio no me gustó nada porque me daba miedo caerme al agua (ríe). Pero con el tiempo me fui sintiendo más cómoda, fui cogiendo confianza, y acabó encantándome. Me enamoré del deporte y de la sensación de libertad que te da el mar.
¿Cuándo te diste cuenta de que podías competir a alto nivel?
Fue todo muy progresivo. Empecé en el equipo de tecnificación del club, luego entré en el equipo de competición, y poco a poco fui mejorando. Gané algunas regatas locales, después autonómicas… y me seleccionaron para el Campeonato de España. Ahí me di cuenta de que podía llegar lejos si me esforzaba de verdad. Fue un punto de inflexión.
¿Qué se siente al representar a tu club y a tu comunidad en campeonatos nacionales e internacionales?
Es un orgullo enorme. Cuando te pones la camiseta del club o ves tu nombre entre los seleccionados para un campeonato de España o una regata internacional, sientes que todo el esfuerzo vale la pena. Es una mezcla de nervios y felicidad. A veces no te lo crees. Pero también es una gran responsabilidad.
La vela no es un deporte fácil. ¿Qué es lo más duro para ti?
El viento. Suena raro, pero es así. Hay días que no hay nada, otros en los que sopla muy fuerte, o cambia constantemente. Tienes que estar muy concentrada, adaptarte rápido y saber leer bien el campo. Eso a veces te frustra, porque puedes tener una mala regata sin haber hecho nada mal. También es duro el esfuerzo físico. Parece que no, pero estar tantas horas en el agua, pendiente de todo, agota muchísimo. Y claro, hay que compaginarlo con los estudios y la vida normal de una chica de mi edad.
¿Cómo es un día normal para ti cuando estás en temporada?
Me levanto temprano, voy a la universidad —estoy en 1º de un doble grado de CAFD con Nutrición— y por la tarde entreno. Si hay viento, salgo al agua; si no, hacemos físico, teoría o simulaciones. Luego ceno, estudio o hago deberes. No me queda mucho tiempo libre, pero me organizo. Los fines de semana casi siempre hay entrenamientos o regatas, así que no paro.
¿Cómo te afecta emocionalmente una mala regata o una semana difícil?
Me cuesta. Soy muy exigente conmigo misma y a veces me frustra no cumplir mis propias expectativas. Pero he aprendido a ver cada regata como una oportunidad de aprender. Hay que ser constante. Hay días buenos y malos, pero lo importante es seguir. Además, tengo la suerte de contar con un equipo y una familia que siempre están ahí para animarme.
Y además también mi pareja, ambos somos regatistas, aunque él está en otra categoría. Desde que estamos juntos, me siento mucho más comprendida y arropada. En este deporte, que es nuestra profesión, nunca sabes cómo va a acabar una competición, dependemos de tantos elementos…Yo soy muy auto exigente, muy dura conmigo misma, y poder compartir con él mis malos momentos, me hace mucho bien, porque él sabe cómo me siento, él ha pasado por lo mismo, y sabe lo que tiene que decirme para que no me venga abajo.
¿Crees que sería distinto si tuvieras una pareja que no se dedicara a lo mismo que tú?
¡Seguro!, no es fácil entender que tu pareja tiene que entrenar todos los días de lunes a domingo, tampoco que tiene que irse de viaje por varios días y pasar tiempo fuera, ni la auto exigencia de la competición, ni las decepciones cuando las cosas no salen bien.
Desde que estamos juntos hace varios meses, siento una paz muy bonita a su lado, porque nos entendemos, nos gusta lo mismo, y hablamos en el mismo lenguaje. Además, él es más tranquilo que yo (risas), así que ¡me viene de lujo!, a mi psicóloga no le doy tanto la lata desde que salimos juntos (risas).
A Adriana se le iluminan los ojos cuando hablar de su pareja. No es normal, ver a una chica tan joven, hablar de sacrificio, disciplina, responsabilidad, compromiso, valores…Desde luego, si hubiera alguna duda de que la juventud de hoy en día está a falta de estas cualidades, quedan disipadas, con Adriana y tantos jóvenes que luchan por sus sueños, y creen en la recompensa que trae el esfuerzo y el trabajo duro.
Hablando de tu familia, ¿Qué papel han jugado en todo este camino?
El más importante. Mis padres me han apoyado desde el primer día. Me llevan a todas las regatas, están en cada entrenamiento, me animan cuando estoy de bajón y celebran conmigo cada logro. Mi padre me acompaña muchas veces en los desplazamientos, y mi madre siempre está pendiente de todo. Sin ellos, esto no sería posible. También mi hermana, que me entiende y me da su espacio cuando lo necesito. Es un trabajo de equipo.
A una chica de tu edad, imaginamos que te gusta salir con tus amigas en tu tiempo libre, o ¿Qué aficiones tienes fuera de la competición?
Sí me gusta quedar con mis amistades, pero lo que más valoro cuando no estoy compitiendo es la tranquilidad, estar aquí en Campoamor, en mi casa, relajada, bajar a la playa, darme paseos, y también navegar (risas), yo es que soy feliz en el agua, podría vivir toda mi vida así, estaría navegando, como hago, todos los días que descanso aquí, por Campoamor. Sacar mi barco y navegar es lo que más me gusta y me relaja.
Está claro que vives como una sirena…
(risas) Lo bueno de mi profesión, es que mientras el cuerpo esté en condiciones, se puede competir hasta más allá de los treinta años, y después en otras categorías, y eso me hace mucha ilusión.
¿Tienes que llevar algún tipo de alimentación especial para mantener la forma?
Como de todo, pero no me paso en las cantidades, hago la dieta mediterránea, y no faltan las proteínas y la pasta. Eso sí, tengo que trabajar mucho la masa muscular, porque se necesita fuerza para llevar el barco. Antes de venir vosotros, he estado haciendo mis ejercicios de fuerza.
Y dinos, ¿por qué te gusta tanto navegar?
Adoro el mar. La tranquilidad, la conexión. Cuando estoy sola en el barco, siento que todo encaja. Es un momento muy mío. También me gusta la estrategia, la táctica, el esfuerzo. Es un deporte en el que piensas mucho. No solo es físico: hay que anticiparse, leer el viento, tomar decisiones rápidas. Eso me encanta.
¿Tienes alguna rutina o manía antes de competir?
Sí (sonríe). Me gusta repasar mentalmente cada parte del recorrido, imaginarme cómo puede ir la regata, pensar en posibles situaciones. Y antes de salir, toco el barco y le digo: “vamos allá”. Es una forma de conectar con él, de decirle que vamos juntos.
¿Cuál ha sido tu momento más especial hasta ahora?
El Campeonato de España de 2023, sin duda. Fue muy emocionante. Estuve muy concentrada toda la semana, hice buenas mangas, y quedé entre las mejores. También recuerdo con mucho cariño mi primera regata fuera de España. Fue increíble. Ver otras banderas, otros idiomas, compartir con gente de tantos sitios… Me abrió la mente.
¿Y el más difícil?
Hubo una regata en la que todo salió mal: el viento cambió en plena salida, me penalizaron, se me rompió una cuerda… Fue un caos. Me sentí impotente. Pero cuando llegué a tierra, mi entrenador me dijo: “Hoy has aprendido más que en cualquier victoria”. Y tenía razón.
¿Qué sueñas para tu futuro?
Me gustaría llegar a la Selección Española absoluta, representar a mi país en grandes regatas internacionales y, por qué no, unos Juegos Olímpicos. Pero también quiero seguir formándome, estudiar algo relacionado con el deporte o la fisioterapia. Me gustaría ser un ejemplo no solo en el agua, sino también fuera de ella.
¿Qué le dirías a una niña que quiere seguir tus pasos?
Que lo pruebe sin miedo. Que al principio todo parece difícil, pero que merece la pena. Que no se compare con nadie, que disfrute, que sea constante y que crea en ella. La vela te da valores increíbles: respeto, paciencia, fortaleza. Y, sobre todo, te da mar.
Adriana, nos acompaña hasta su puerta con uno de sus perritos en brazos, y nos despedimos con un fuerte abrazo.
La sensación que nos queda tras estar con Adriana, es la de una joven que nos da lecciones a muchos, a la hora de entender la vida, con sus altos y sus bajos, y afrontar el desánimo con esfuerzo y actitud, con mucha bondad.
Una chica de su generación, con valores, enamorada y con un gran futuro por delante como regatista a la que podemos ver surcando los mares por Campoamor.
Nos vemos en Campoamor
- Nota- Artículo publicado en la revista verano 2025 de Campoamor.com
- Entrevista realizada por Marlén Fernández




