Muchos de nuestros lectores no conocen que a escasa distancia de Campoamor se encuentra la cantera romana de Torre de la Horadada, que data de los siglos II y I a.C., se erige como un monumento eterno a la maestría y la ingeniería de la antigua Roma.
Se encuentra ubicada junto al mar, en el paseo que une Mil Palmeras y Torre de la Horadada, testigo silencioso de un pasado lleno de historia y legado.
Esta cantera fue vital para la construcción de numerosas estructuras que definieron el paisaje urbano y arquitectónico de esta comarca, recordamos que por Campoamor pasaba la Vía Augusta y que a su alrededor se construyeron edificaciones diversas entre ellas fortificación romana llamada Thiar responsable de la seguridad de la calzada y que según varios historiadores se encontraba en la misma finca hoy denominada de Campoamor. (Puedes pinchar en el enlace para ver el artículo de cuando se encontró el milario romano junto al Convento de San Ginés de la Finca de Campoamor).
Visitando la cantera romana no puedes dejar de imaginar el eco de los golpes de los martillos y cinceles así como las voces de los obreros o esclavos que resonaban en los acantilados mientras esculpían la piedra con habilidad artesanal. Los vestigios de su labor persisten hasta nuestros días, inmutables ante el paso del tiempo, un verdadero monumento de la grandeza de una civilización que conquistó vastos territorios y dejó su huella indeleble en la historia.
Si visitas la cantera puedes ver las rozas en la roca hechas con cinceles y picos así como los agujeros que realizaban los obreros separados unos de otros por pocos centímetros en los que introducían cuñas de madera que mojaban para que cuando se expandiera, la piedra se cortara.
No esperes encontrar impresionantes paredes de piedra, la cantera está a ras de suelo, junto al mar y los bloques que se extraían eran de escasas dimensiones, medían 122×70 cm pero también de 40×35 cm y de 25×30 cm, aunque es posible que se extrajeran algunos de mayor tamaño posiblemente para la construcción de cimientos.
Como testigo silencioso de la historia, la cantera romana de Torre de la Horadada nos recuerda que, aunque los imperios puedan desaparecer y las civilizaciones puedan desvanecerse, el legado de quienes vinieron antes de nosotros perdura en las piedras que dejaron atrás, ofreciéndonos una ventana al pasado y una brújula para el futuro.
Nos vemos en Campoamor
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