Relámpagos, lluvia intensa y fuertes vientos sorprenden a Orihuela Costa en pleno verano.
La madrugada del 25 de julio quedará en la memoria de quienes habitan y veranean en Orihuela Costa. Una potente tormenta eléctrica se desató sobre la Costa Blanca, transformando la habitual calma estival en una noche de luces, estruendo y agua desbordada. El fenómeno sorprendió por su intensidad y por la inusual época del año en la que se produjo.
Desde primeras horas de la madrugada, los cielos comenzaron a iluminarse con relámpagos casi ininterrumpidos, acompañados de truenos que hacían vibrar ventanas y suelos. El clímax de la tormenta se vivió alrededor de la una de la mañana, cuando rachas de viento que alcanzaron los 79 kilómetros por hora azotaron con fuerza toda la zona. En ese mismo intervalo, una lluvia torrencial dejó más de 40 litros por metro cuadrado en apenas unas horas, cifras poco habituales para la temporada estival.
La orografía y el agua: aliados y riesgos
La configuración de la urbanización Dehesa de Campoamor, caracterizada por un plano inclinado con una pendiente del 2% al 3% desde la gasolinera hasta el centro, jugó a favor de los residentes. Este relieve permitió que el agua circulase con rapid
ez hacia el mar sin causar daños significativos en la mayoría de la zona. Sin embargo, la conocida rambla de la Glea volvió a evidenciar su carácter arrastrando grandes volúmenes de agua. Como suele suceder cuando las lluvias superan los 25 o 30 litros por metro cuadrado, la arena de la playa fue arrastrada mar adentro, un fenómeno habitual en primavera u otoño pero poco frecuente en pleno verano.
Consecuencias y afecciones
El acceso a la playa se vio cortado en las zonas más afectadas por la rambla, aunque el resto de la costa permanece abierto al uso público sin restricciones. No obstante, quienes se acerquen al mar durante el día notarán que el agua se muestra turbia y de un color más oscuro de lo habitual. El arrastre de tierra y barro desde la zona agrícola de la Vega Baja ha teñido las aguas, una situación que se prolongará durante varias horas e incluso días mientras las partículas se mantienen en suspensión.
En cuanto a los incidentes registrados, la tormenta dejó un balance leve: algunos árboles caídos, una farola derribada y, para las personas que durmieron con las ventanas abiertas, grandes charcos en el interior de las viviendas. En la playa de la Grea han desaparecido la porterias y la red de Voleibol. En la playa de Barranco Rubio, la tormenta se ha llevado el toldo habilitados para personas de movilidad reducida. En la hondonada frente al edificio de los Altos de Campoamor, varios vehículos estacionados en la zona más baja amanecieron anegados, con el agua alcanzando hasta 40 centímetros de altura. A pesar del susto, los daños han sido menores en comparación con las lluvias que en ocasiones superan los 100 litros por metro cuadrado y provocan verdaderos estragos.
Vuelta a la normalidad
Tras la tempestad llega la calma, y este 25 de julio será recordado como una noche en la que la naturaleza mostró su fuerza sin causar desgracias mayores. Hoy, las y los curiosos recorrerán las calles y la playa para observar las huellas de la tormenta, mientras que mañana el verano retomará su ritmo habitual y la vida en Dehesa de Campoamor continuará como siempre: junto al mar, bajo el sol y con el recuerdo de una noche eléctrica que hizo vibrar a toda la Costa Blanca.