Y no lo haremos por elección.
Es por una circunstancia única: una pandemia que parece ciencia ficción pero que desgraciadamente es real.
Nuestros abuelos descubrieron Campoamor en 1964, y en el 1967 pasamos el primer verano en nuestra casa.
Para mi familia no es una segunda residencia, es nuestra casa familiar.
Cuando fui por primera vez a Campoamor, tenía 7 años.
Fue un descubrimiento fascinante. Era un lugar precioso, moderno, elegante, un verdadero paraíso de naturaleza, clima y buena urbanización.
Muchas décadas después, me lo sigue pareciendo, a pesar del cambio enorme y en algunos aspectos menos acertado que ha tenido.
Mis hermanos y yo hemos tenido allí una niñez envidiable llena de amigos, juegos y aventuras, una juventud divertidísima con nuestras pandillas, hemos vivido nuestros noviazgos, primeros años de casados. Hijos a los que les encantaba ir de niños, y les encanta ir ahora que algunos son también padres.
Allí encontramos personas queridísimas que son más que amigos: son nuestra familia de verano.
Vamos a echar mucho, mucho de menos los primeros paseos por la playa y por la pinada, y por el paseo de» Indiana Jones» que es como llamamos en mi familia al paseo que lleva a Cabo Roig, el olor a pino y a mar, el aperitivo al sol, las mimosas y los pelargonios florecidos, el diente de león con esas enormes flores moradas, esas tardes de café, chupito y cartas, las cenas alargadas sin prisa rodeados de amigos, o las noches de fútbol tan divertidas con mucha gente, el golf, la bici, conocer por su nombre y circunstancias a todas las personas que encontramos, la chimenea encendida cuando cae el sol, maratones de torrijas, las procesiones de Orihuela, el mercadillo del jueves para comprar fruta. El encanto un poco decadente de Campoamor en Semana Santa, con menos gente y un poco de deseo de más calorcito y de verano.
Y añoraremos los lugares en los que conocemos por su nombre a todos, y que nos dan tantas alegrías: «La Barraca», el antiguo Montepiedra con su bolera, hoy «El Italiano de Campoamor» y» Los Jardines del Mar», «Xairo Discoteque», «El Pony», el antiguo súper, la vieja piscina y el tenis, la gasolinera y «Las Villas», «Bakotas», el Cine Navia, El bazar de Pepito, ¨Mimaybe», el Club, con sus fiestas míticas, la farmacia de Margarita, hoy, la mejor farmacia que conozco. La peluquería, primero «Peinado» y hoy, nuestro «Bienve», la Heladería, en el lugar de nuestra primera Iglesia. …Y nuestra actual Iglesia tan concurrida en verano.
Más tarde vinieron: los Chiringuitos de la playa, Casa Alfonso, Peter Fish, Los Ángeles, Enso Sushi, «El Pirata», «Shumara», «Shangrilá» y los nuevos lugares que descubrimos cada verano con ilusión.
Pero sobre todo las personas, paseos, tertulias y reuniones familiares y de amigos de siempre: la mencionada familia de verano.
Es muy triste e increíble lo que nos está pasando, pero volveremos a casa. Y disfrutaremos más si cabe porque le daremos la importancia que tiene nuestra «normalidad».
Este verano os queremos ver a todos y daros un gran abrazo. Cuidaros por favor
Un artículo de colaboración de Mara Jerez de la Vega
Y seguro que aún así, en breve, nos veremos en Campoamor
Fotografía de Pedro Saez, concursante del fotomaratón de Campoamor de este año