A orillas del Mar Menor, en la cercana Ribera de San Javier, encontramos el restaurante Miramar, un balcón orientado al horizonte y donde el tintineo de las embarcaciones despierta cada sentido. Reconocido en nuestra costa por la frescura de sus productos y su esmerado servicio, Miramar combina la luz dorada del atardecer con una atmósfera que celebra lo local y lo marinero.
Desde el primer paso, te reciben la brisa marina y una sonrisa honesta. Una terraza abierta al cielo y al rumor del puerto marcan el inicio de un encuentro íntimo con el paisaje y la gastronomía de la zona. En ella, la madera cálida y el blanco limpio de las mesas no buscan impresionar, sino acompañar; aquí cada detalle cobra vida en silencio.
En el interior encontramos la misma armonía, ventanales de suelo a techo enmarcan el Mar Menor como un cuadro en movimiento. Nosotros elegimos la noche, por lo que nuestro recuerdo se pintó con las luces del puerto y el reflejo de una luna que nos guió de un plato a otro.
Pero la experiencia no se construye sólo con vistas y sabores. Fue el personal de Miramar quien terminó de darle forma, con una atención precisa, ágil y muy natural. Su equipo sabe cuándo estar presente y cuando darte espacio, cómo guiar tu elección con acierto y acompañar con esa elegancia que distingue a un buen servicio. Miramar te regala un trato que fluye al ritmo del mar.
La propuesta culinaria del restaurante gira en torno a la excelencia del producto local y a la sabiduría de quien lo respeta. Pescadores, agricultores y ganaderos de la zona son colaboradores habituales: de sus manos llegan ingredientes frescos y de temporada, que Miramar lleva al plato con respeto, una técnica depurada y un punto de atrevimiento que nos encantó.
Optamos por una cena de mar y tierra, aunque, como homenaje a la esencia del lugar, dejamos que el mar llevase la voz cantante.
Para asegurarnos dulces sueños, compartimos tres postres que cerraron la velada con tres postres que pusieron el broche goloso a la noche:
El total ascendió a 127 euros, lo que supone aproximadamente 42 euros por persona; un precio más que razonable para esta cita con el Mar Menor.
En el restaurante Miramar de La Ribera, todo sucede sin prisa. Como los lugares que se saborean despacio y se recuerdan siempre.
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